sábado, 2 de julio de 2022

Proserpina

 

Qué caprichosas las horas que como las olas traen

En las noches febriles, sudores fríos y sueños calientes.

Me arrancan una sed y suspiros que roen al recuerdo que me visita a la luz del candil y es

La imagen de tu tez y carne de uva madura llena de jugos y miel

Y veo a Proserpina en ti y a Plutón en mí. Y a las granadas que afloran en tu cuero tras agarrar

y morder, y todo el zumo que se derrama por tu piel que ahora anhelo beber.



sábado, 26 de enero de 2019

Azul.

Azul de noche, azul de Luna.
Azul frío en la sonrisa.
Azul, de la sorpresa y fortuna.

Azul en la piel tintada
y en el aire que moja tu pelo azul.
Azul del suave celo,
Azul de la miel celada.
Azul en tu azul mirada.
Azul en el azul de la noche.
Azul de madrugada.

Azul silencio.
Azul vedado.
Azul sacio y sediento.
Azul calmado.
Azul.

lunes, 21 de enero de 2019

Bailar y mecer. El viejo y el mar.


Si quieres puedes bailarle al mar o dejarlo pasar.

Toma tiempo subir lomas, guardarte las garras y escribirte normas. Pero toma más tiempo en averiguar que el agua fría del todo no está. Que no por ir sólo vas a romper todas las olas por no querer llegarte a mojar, porque mojar te vas a mojar, y las olas vienen y el viento se va y le va a dar igual que tú seas agosto que Carnaval.

O si quieres puedes bailarle al mar o dejarlo pasar.

Callar y a saborear de lo manchado y lo tibio, de lo frío del cambio y lo turbio del connubio que tenemos con la mar. Puedes quejarte, pero te vas a mojar igual. O puedes bailarle y mecerte si quieres un rato, que con ella no más que un trato. O también dejarlo pasar sin más y mojarte hasta el olfato, que de tanto acostumbrarse, tampoco se está tan mal.

Y ya de paso, después de eso, si quieres, bailar.

domingo, 20 de enero de 2019

Tres del primero.

En la noche espejada y fría
Del eco que brilla quédome
Insomne y no conforme.
Restan los suspiros y la desidia.

Menguado el aliento,
Trabado en desazón,
Torna el tiempo lento.

martes, 25 de diciembre de 2018

En retrospectiva.

     2018 ha sido un año lento. Ha sido un año de recuperación. El poco tiempo que me llevó a estar francamente mal ha tenido como consecuencia todo un año de lenta recuperación. Construir y destruir toman tiempos inversos, y a veces ha llegado a exasperar al ver que en vez de avanzar, he dado pasos hacia atrás. Que los he dado. Y bastantes.

     Me ha faltado saber decir "no" más a menudo. Me ha faltado más poner en práctica lo que me ha dicho Montse. Me ha faltado pararme a hablar mejor. Me ha faltado saber parar. Me ha faltado saber callar. Me ha faltado faltar más. Me ha faltado actuar a tiempo. Y sobretodo me ha faltado dejarme llevar, no analizar mi entorno y analizarme a mí mismo. Me ha faltado no confiar en mí mismo y tomarme las cosas con filosofía. Me ha faltado no sucumbir ante los nervios. Me ha faltado anteponer lo bueno que tengo a lo malo, y anteponerme a mí a los demás.

     En general, el paso de Inglaterra a Glasgow ha sido bueno. Volver a trabajar en una clínica por seis meses y luego encontrar el trabajo en AXA habría podido ayudarme a establecerme mentalmente con todo lo que debería de haber aprendido pero no he hecho el trabajo que debería de haber hecho. No me he puesto en perspectiva y por ende he acabado exponiéndome más de lo que debería.

     Pero no todo ha sido malo.

     Lo malo a sido medianamente malo. Más que fracaso, decepción. O descubrir, quizás de nuevo, que las heridas toman tiempo en curar. Supongo porque quizás llevo teniendo grietas desde hace mucho tiempo que no sabían que estaban en lugares tan firmes.

     Lo bueno ha sido francamente bueno. De hecho han habido muchas cosas que han ido a mejor. El cambio en sí a una ciudad grande. Y a Escocia. Y haber conocido a Lluis y María. A la otra. A Francesca. A Nicholas. El trabajo en la clínica. Que me hayan pillado en AXA. Los estudiantes. Carlos, Anaïs y Mercedes. Marçall. El Paesano. Marina. Susan. La gente de la oficina. Los intercambios de inglés y español. Salir de fiesta con Marimar. Aprender italiano. Ser constante con el gimnasio. Comprarme las cosas que a mí me gusta. Ahorrar. ¡Ir a ver música en directo! Dua Lipa, The Sugarhill Gang, The Killers, Friendly Fires, Franz Ferdinand. El Tchai-Ovna. Ganarle a Martin al ajedrez. ¡Ir a Corea! Leer el Quijote, ser independiente. Poder decidir si quiero y si no quiero. Poder haber sabido decir que "no" cuando he podido. Poder haber dicho que sí. Abrirme el Tinder y haberlo disfrutando. Haberme cerrado el Tinder y haber disfrutado estar a solas conmigo mismo por propia decisión. Haber terminado con rencillas del pasado. Haber borrado a gente que no lo merece. ¡Comenzar una campaña de rol! Descubrir música. Cambiarme de habitación. Poder volver a España. Ponerme a cocinar más y mejor. Sentirme a gusto con los amigos, que, aunque parezca mentira es un gran alivio. Avanzar hacia adelante.

     Y sobretodo darme cuenta de que me he estado agobiando estas últimas semanas mucho conmigo mismo. Que no todo está mal. Que tengo que quererme un poquito más. Que tengo que buscarme un momento para respirar y de querer estar bien. Que no todo es malo y que puedo estar tranquilo si quiero. Que no todo acaba mañana. Que no tengo por qué calentarme la cabeza tanto.

    Y es difícil. Pero mira. Yo creo que ya está bien por 2018. Bastante mal lo he pasado últimamente como para terminar el año mal. Este año a ido a mejor. Lenta y gradualmente. Por fin se están viendo algunos resultados. Vamos a dejar de tocarnos las heridas. Vamos por una vez a apartar la negatividad y a pensar en bien. Vamos a preparar el bálsamo de Fierabrás y que con la mar salada y con un poco de cuidado continuemos avanzando. Despacito. No hay prisas. Con música. Siguiendo la estela que hemos estado marcando estos meses. Sin presiones ni exigencias. Poquitapoco.

   Poquitapoco.




jueves, 29 de noviembre de 2018

Ensueño de media tarde. Epílogo.

En la media tarde de aquel verano tardío las campanas habían cesado de replicar. Ensoñada, Aurora se encontró a sí misma sin poder dirigir su mirada en el muchacho taliano sentado a su vera. Ambos, en aquel banco de piedra a la sombra del convento, sentían el calor seco y polvoriento y el silencio fresco de la brisa que entraba suave por la esquina huyendo del calor sosegado de Septiembre. El tileano se quitaba las lentes y se apartaba la melena, descubriendo con elegancia el perfil renacentista de su rostro.
- Aurora -comenzó él breve disimulando el tiemble de su voz-, parece que no sé con quién debo estar.
Aurora levantando un poco la mirada, encandilada por el acento de su voz le respondió:
- Debeos a quien vos queráis.
- Entiendo, ma, tú sabes que mi gusta la gente como tú, Aurora. Gente con coraje.
- Bueno, allora -comenzó a decir esbozando una sonrisa nerviosa-, que estáis libre daos el placer de picar alguna mujerzuela. La que os plazca.
El taliano se giró hacia ella, galán, mirándola al rostro pálido que se coloraba por momentos. Aurora se tornó a él y observó sus cabellos castaños y su piel aterciopelada. Sus ojos marrones suaves la miraban atento esperando a que continuara hablando porque sabía que Aurora le estaba evitando como otras tantas veces.

Aurora captó el mensaje y por primera vez desde recuerda, decidió dar un paso más allá. La mente de Aurora se convirtió en una vorágine de palabras y frases, en un tornado de ideas y emociones que empezaban a agitarse al compás de lo que latía como un caballo salvaje dentro de su pecho. Aurora, ante la suave mirada del muchacho se abría paso entre todas las posibles maneras de continuar la conversación; una conversación en la que ella misma se había puesto en jaque y en la que cualquier movimiento iba a ser a la desesperada. A cada segundo, cada frase que formaba se derrumbaba en otra más barroca y complicada que pretendía exaltar de manera discreta todo lo que ella sentía por él, en un silencio breve que parecía durar una eternidad. Abrió la boca levemente temblorosa y forzada por la circunstancia, e inspiró antes de pronunciar la más simple frase que podía habérsele ocurrido. Sin modismos. Sincera:
- Podríamos intentarlo... tú y yo.
Silencio. Los ojos del muchacho leyeron tres veces el mensaje que la rivesa había dicho, y la brisa del verano infló su pecho y y al salírsele arqueó las cejas delgadas:
- Estaba deseando que dijeras questo.
Los ojos de Aurora se sorprendieron ante ver que aquella posibilidad que tanteaba desde hace tiempo se había hecho realidad. De manera súbita se le paró la respiración y las mejillas le ardían. La frontera de todo lo que era real y todo lo que había soñado en secreto tras las celosías habían convergido en esa sonrisa que estaba ante ella. Real. Como el calor de su sangre. Aurora ahora buscaba otra respuesta agradable y comedida, pero tiró su tablero al aire y movió su propia ficha:
- No sabes cuánto.
Y sus labios descubrieron la cálida boca del joven y el tacto de su rostro y el mundo ahora pasó a ser un sueño.

domingo, 18 de noviembre de 2018

En la orilla que no suena vuelan
Las olas infinitas que no mojan, pero que sí llegan.
Y tú descalzo notas entumecido la violencia
O la mesura de la espuma que ni perdona ni espera.

Anclado en la orilla y libre a errar en la arena,
A veces calientes y a veces templadas las venas
Toca esperar a la resaca como otro día más
A veces con ganas y a veces sin que valga la pena.

sábado, 15 de septiembre de 2018

Siento que lo sé y no lo digo.
Lo digo y no sé lo que pienso.
Pero pienso que sé qué digo,
Y lo que digo, no lo siento.

viernes, 29 de junio de 2018

Estoy en calzoncillos
esperando al amarillo
y no me quejo
de ver mi reflejo en el espejo.

Busco un tinte azul cielo
en el calor que huele entrando añejo
mientras sangro salmorejo viejo.

Eh, jo-jo-jódeme el jolgorio que me trajo
la vieja guardia o te rajo aquí a destajo.
Bésame los hombros con tu perfidia.
Yo no tengo cláusulas.
Me tragué las cápsulas,
y he perdido la memoria.
El mañana es historia.
Vámonos sin penas y con glorias,
Que me falta el aire y no aguanto
las tonterías que llevo tanto trabajando
como una mula tonta.



sábado, 23 de junio de 2018

Por favor.

Te hecho de menos.
Me cueste o no reconocerlo y sigo sin saber por qué
aunque en el fondo creo saber por qué reniego.
Te hecho de menos.
Tu figura en el sofá, tumbada y casi desnuda
en las tardes de verano. Con la piel en los pies tan dura,
y las arrugas de tu pulgar e índice con las que jugaba.
Hecho de menos la primera vez que tú y mamá
nos dejasteis quedarnos hasta tarde con un silencio
cómplice de ternura a cambio de una cena llevada.
Hecho de menos verte aunque a veces fuera raro
y lo peor es que el raro era yo porque no te ubicaba
y creo que tú tampoco te ubicabas.
Y no era culpa de nadie.
Y sin embargo ya, nada.

A veces te sueño, y ojalá poder soñarte más.
Ojalá soñarte en las navidades frías con olores
a pino y humedades,
con piñones molidos
y en las noches de carnavales.
Con Álvaro, de mayores, y de más chavales.
Ojalá poder abrazarte después de casi diez años.
Y sí, sigo siendo un friki, papá.
Estoy más mayor siendo el mismo. Quiero que me veas, y quiero verte.
Aún no me has cambiado nada en la memoria y sigues
estando igual de mellado, e igual de alegre.
Con las manos detrás de tu cabeza que de pequeño no me gustaban
Pero que ahora a veces me sorprendo imitándote.
Y por favor, no me cambies en la memoria y acércate
en los sueños. Acércate porque quiero que fumes y que me oigas quejarme.
Verte caliente y no frío. Verte caliente y abrazarte.
Sólo por una vez.
Que me quedé con ganas,
por favor.
Verte caliente y abrazarte.