Si quieres puedes
bailarle al mar o dejarlo pasar.
Toma tiempo subir
lomas, guardarte las garras y escribirte normas. Pero toma más tiempo en
averiguar que el agua fría del todo no está. Que no por ir sólo vas a romper
todas las olas por no querer llegarte a mojar, porque mojar te vas a mojar, y
las olas vienen y el viento se va y le va a dar igual que tú seas agosto que
Carnaval.
O si quieres
puedes bailarle al mar o dejarlo pasar.
Callar y a saborear
de lo manchado y lo tibio, de lo frío del cambio y lo turbio del connubio que
tenemos con la mar. Puedes quejarte, pero te vas a mojar igual. O puedes
bailarle y mecerte si quieres un rato, que con ella no más que un trato. O
también dejarlo pasar sin más y mojarte hasta el olfato, que de tanto
acostumbrarse, tampoco se está tan mal.
Y ya de paso, después
de eso, si quieres, bailar.
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