sábado, 30 de abril de 2016

Por falta de fuerzas.



Me duele el cuello de nuevo
Y miento y no miro
lo mucho que ciego suspiro
bajo este sol tibio, muerto y longevo.
Por falta de fuerzas y espiro.

Lo de hundirme en el colchón no es nada nuevo
Y cada paso que doy me cuesta un pedazo de alma y deliro
a gritos callados y rasgo con lágrimas la cara cuando llega el céfiro.
La puerta se ha abierto y a esconderme no me atrevo.
Por falta de fuerzas y expiro.

miércoles, 20 de abril de 2016

La garza y el naranjo.



Me duele la tierra que piso.
Me duele porque me sacude por dentro y por fuera, fachada y alambres.
Cuando la gente habla en idioma que no conoces y a ti te cuesta pronunciar y vocalizar en tuyo materno es cuando el agua te sube por las rodillas y no puedes verte los pies. Y hace frío.

Cuando piensas que lo que tocas no es real, porque nadie lo ve real. 
Cuando miras de maneras olvidadas que ni siquiera existen y todos los demás miran de la misma única manera.
 Cuando el Sol no calienta y las nubes son tan trasparentes como opacas.

Cuando todo esto ocurre, la garza se posa en el naranjo.

domingo, 17 de abril de 2016

El credo del cisne.

Tengo el corazón de barro
Pero lleno de caballos bravos.
Tengo que clamar a la lluvia
Que sorda y perezosa responde a mis ojos.

Tengo el cuerpo que defiende el desgarro
del mismo del que tengo que aún atar cabos.
Ojalá quitar la sangre por savia
Para no tener que sentirme despojo.

Ojalá sentirme etéreo porque siento caliente.
Ojalá me vieras como te veo yo a ti.
El cisne que canta en el viento de poniente
Todo lo inocente que en tu cuerpo ya vertí.

El mismo cisne que vuela vehemente
Con el credo secreto que cierra en mí
Todo aquello que esconde tu mente
Para que me lleves, y llevarte a palacio a vivir.

jueves, 14 de abril de 2016

Tengo más ganas de correr que de seguir adelante. Y no veo ninguna puerta.
Sólo tengo una puta vela en la mano y me quema la cera derretida.
Estoy harto de que sólo llueva y esté aperreado.


lunes, 11 de abril de 2016

Versos anónimos a Aurora de Nedea. Atribuidos a Duardo Daponte.



Vive Iomedae que la luz
más sagrada viene de tus ojos
y que sólo a tu antojo
 vivo tras el parteluz.

Llamas enardecidas sobre
dos zafiros brillantes y fríos
adornados por el terciopelo más limpio
de dorado calibre

No pasan desapercibidas con
tu sagacidad ni tu osadía
mas sé de buena fe que en tu rebeldía
se halla el más puro algodón 

Ojalá pudiera besar esas mieles
que moran en esos labios rosados
Que muero, vive Iomedae, condenado
a orarte en secreto entre laureles.

sábado, 9 de abril de 2016

Guitarra.

He abrazado al mar.
He mirado dentro del viento y crecido sobre sus alas.
He dormido bajo el Sol y murmurado su secreto nombre.

He abrazado al mar con todo mi ser.
He paseado bajo el azahar y la miel.
Las horas ha corrido marcha atrás sin olvidarme de tu piel.

He abrazado al mar a sabiendas de no volver.
Algas y sal.
Tinte y latín.

He abrazado al mar
Y lo único que quiero es enterrar mis pies en la arena
Y dibujar en mis mejillas con hollín.

miércoles, 6 de abril de 2016

Qué hago.

Qué hago con todo esto que tengo en el pecho.
Qué hago si el momento momento que más he viajado ha sido sentado en una tarde lluviosa de abril en la playa con todo el frío.
Qué hago si los algodones envueltos con aguas del torrente más bello me cubrieron entero.
Qué hago si el exhalar se torna en placer. El placer más dulce entre esas estrellas.
Qué hago si todo se vuelve nada a menos de cinco centímetros.
Qué hago si el cuello me arde suave y se me nubla la razón.
Qué hago si me suena una guitarra melancólica y dulce.
Qué hago conmigo.
Qué hago con todo esto que tengo que dar.
Qué hago con todo esto que tengo en el pecho. Entre los naranjos. Entre suspiros de azahar y miel.

Sobre el orgullo.

A raíz de un comentario de una persona anónima y cobarde y de los acontecimientos acaecidos últimamente en el piso de Edimburgo me ha sido inevitable hablar sobre algo que, de forma cíclica siempre viene a la memoria.

Y es muy cierto. El orgullo vuelve a las personas necias y taimadas. Y es así. Es horrible lo que desvela si no se tiene autocontrol y un poco de visión de conjunto más allá del ombligo propio.

De cómo hace que, por meter la polla en un agujero húmedo se te hinche el pecho, se te suban los colores y se te baje -hunda- la humildad. Es algo que nunca entenderé. Ese amor propio desorbitado que ciertas personas profesan sobre sí mismas y que por desgracia las he sufrido en mis carnes a lo largo de estos escasos veinticinco años, y que apenado, las seguiré sufriendo.

Esa tonadilla que comienza con la barbilla bien alta y la mirada que se turbia sin dejar ver más allá de unos músculos hipertónicos; y que continúa por una revelada actitud de discreto desdén sobre cualquier otra criatura viviente, buscando un refugio en una virilidad más que tímida y frágil. Esa tonadilla que comienza por dejar de mentar los porfavores y noteimportasitales y termina por una gallardía propia de alguien que habla sin pensar en lo que ha hecho. Que cristianos, nos guste o no, somos todos, y todos hemos tirado alguna piedra alguna vez. Ya sean asuntos de alacenas y buhardillas, irnos sin pagar, putear al prójimo o no fregar los platos. Yo el primero, que conste en acta que soy el menos santo de los aquí presentes. Sabe Dios.

Pero las formas dicen mucho de uno, y más si por cualquier empresa estás atado a compartir el oxígeno con algún que otro ser humano. Que ojo. Que a un don nadie se le puede ningunear sin ningún cargo de conciencia si te pillan vacío de modales, pero amigo mío. Amiga mía. No se caga donde se come. Está feo. Y es desagradable. Y cansa. Aún más cuando las maneras las porta uno mismo con bandejas de plata y aquesta persona te habla con un rabillo en la lengua que delata superioridad. Mínima, casi imperceptible, pero palpable. Y esa persona no es nadie mejor que un servidor, o tú, que lees esto. Ni tampoco mejor. Simplemente otra persona, y como tal; como otro pibe con veinte dedos. Como tú y como yo.


Es una pena. Todas las personas que he conocido tremendamente orgullosas acaban mal. Miento. Acaban donde ellos y ellas quieren acabar. Que ese lugar sea idóneo o idílico ya es otro asunto. Quizás no para ellos porque total, son de estas personas que ponen cortinas de flores en muros donde no hay ventanas.

lunes, 4 de abril de 2016

Ah, duende del sur.
Ciego es el viento que sopla
Que besa la oreja a copla
De tu salada marea azul.