jueves, 17 de diciembre de 2015

El albor como la aurora.

El nido en la alborada bajo las nubes serenas.
Los campos de trigo infinito que llueven al lado de los dos olivos.
La media luna escondida con sabor a mar.
La seda que cubre suave el contorno del universo, dotándolo de forma y color.
La enormidad del tesoro en la playas apiladas sin arena ni mar.
Ese tesoro a la vista de unos pocos que nunca quisieron ver más allá de sí mismos.
Ese mismo tesoro que para uno que huele a verano es la cueva inmensa de Alí Babá dentro de una lámpara de carne.
Ése, que brilla como lo hace una moneda en el fondo de un estanque esperando a ser recogido.
Una moneda a cambio de una eternidad.

Es un trato justo.

lunes, 23 de noviembre de 2015

Hikumo en las nubes.

Estoy en una nube y no quiero bajarme. Llueve afuera. Llueve cálido por un lado y arrecia fuerte por el otro. Otras nubes que tengo encima siguen sempiternas. Otras, tardarán en marcharse. Algunas están más grises y otras son esponjosas. Como en la que estoy montado.

Y eso que "Hikumo" es parte de nube, parte de fuego. Y junto en la que estoy montado, hacen dos. Dos nubes en una. Un cúmulo-nimbo. Llueve por abajo y llueve por arriba. Y como en cierta película dicen "llueve desde el suelo".

Pero en mi nube, en mi barca. Se está bien. El viaje es arduo y los vientos, si no aúllan, traen frío. Pero en mi nube no llega viento alguno. En mi nube, sobrada de dicha y fortuna, estoy tranquilo.

martes, 10 de noviembre de 2015

21:35

Levanto la mirada de la radio y veo la señal fugaz de cincuenta millas por hora. Por fin. Las nueve y media pasadas y camino a casa. Hundo suavemente el pie en el acelerador y noto como suben las revoluciones traducidas en vibraciones bajo la suela de la bota. Guardo la mano derecha y coloco la derecha en posición cenital sobre el volante, como si estuviera montando un caballo.

You are the snake, get around me
And it came with rain
Never seen what raining

No hay nadie en la carretera y a mi derecha se extiene una pradera gargantuesca e idílica. Parece el Parnaso. Parece el mejor sitio al que huir si no fuera por el frío de mierda que cae a partir de las siete de la tarde.

So I just could lead the way
There’s nowhere to ride around me
No one around, it’s amazing

Pierdo la vista en el infinito. En uno de muchos de los que me vienen en la cabeza. Y mi cara es desvelada bajo una capa naranja que me sube desde el pecho para desvanecerse en el reposa cabezas. Luego la oscuridad. Y luego se vuelve a repetir la siguiente ola naranja, como un patrón.

Elevating as it seems to you
But no, never mind
Never come out
Where to ride when it’s raining?
You were mine

Subo la siniestra y tanteo la radio de nuevo, a ciegas para subir el volumen. Porque viene el estribillo. Voy a pasar de los cincuenta pero me da igual, porque lo necesito. Es de esas cosas pequeñas que se disfrutan de vez en cuanto, como tomar el té bajo la lluvia. Y no hay nadie que lo pueda ver. Quizás sea una tontería, pero me la voy a permitir. Sólo en el rato del volver a casa.

So I’m with you baby
You were to put it else yea baby
You were right, you made it
You were alright

So I’m with you baby
You were more, I seen no more
You were right to enslave me
I think you would’ve made it




lunes, 26 de octubre de 2015

El muro de Orión y su ciervo.

El muro de Orión y su ciervo.

Zaroaster se perdió. O eso creía. Haberse perdido.

- Mierda.

El grupo descansó y él fue a rondar el terreno. Pero no encontró el camino de vuelta. Los árboles le engañaron a través de arbustos ennegrecidos, troncos viejos y roca musgosa. Zaroaster, tras varios rodeos, dió con un breve claro entre las largas carnes de la montaña.

Orión estaba allí de pie. Pétreo como el tiempo, bajo un árbol tan verde y oscuro como la túnica que envolvía su cuerpo. Le acompañaba un cervatillo tan moteado como la bóveda celeste. Orión se dirigió al peregrino, y su ciervo alzó las orejas al oír una voz de más allá de las estrellas:

- ¿A qué has venido?

Zaroaster no supo qué decir. Se limitó a descifrar la situación:

- ¿A qué has venido?
- Estoy de paso...
- ¿Qué buscas?
- Me temo que se ha equivocado de persona, amigo.
- ¿Qué buscas?

El ciervo caminó, etéreo y extraño hacia el viajero, sin perderle de vista hasta llegar a rozar su mano con su hocico.

- ¿Que qué busco?
- ¿Qué buscas?

El tacto del hocico desató un relámpago en su mente. Un destello de un recuerdo ya olvidado en la córnea de sus ojos. Un trigal. Y en el trigal, un muro derruido. Recordó ese lugar, recordó su olor.

- Construye ese muro.
- ¿Tan alto como el cielo?

Zaroaster estaba ido. El cervatillo se apartó y salió corriendo.
El clérigo volvió en sí y se encontró sólo de nuevo. No había ciervo ni Orión en ese lugar.

Sorprendentemente, encontró fácil el camino al campamento.

domingo, 5 de abril de 2015

We're stronger.
We can face them.
We're the primal stream.
The inner fire.

For those who lurks in the darkness
we're here to shine.

We're the wanderers signed by the stars.

martes, 24 de marzo de 2015

Hoy me he acorado de San Felipe.

Es de lo peor que puedes encontrar en una persona. El orgullo en exceso. La soberbia apesta. Hoy y siempre.

No se trata de ser tan modesto que des largas cuando te pregunten si sabes atarte los zapatos, pero joder, tampoco se trata de saberlo todo cuando nadie sabe nada. No se trata de pretender y aparentar sin demostrar. Se trata de ser honestos, ser educados, saber escuchar, callar y empatizar.

Uno de mis problemas fue precisamente ser demasiado honesto y modesto. Tanto, que me infravaloraba a mí mismo más de lo que debería. Y a veces sigo pecando de éso. Supongo que todo esto viene de San Felipe Neri. De los grupos de pijos vanidosos con actitudes egoístas que quieras o no, terminan marcando.

Había un tipo, Javier Beltrán, quien era competitivo a más no poder. Y aparentar, y ser el mejor. Y estar por encima de ti. Qué pesadilla de tío. Además creía tener gracia y no. Y Nacho, que iba de "yo sólo me lo he estudiado en un día" y recuerdo como cinco minutos más tarde se le escapó, llevándose las manos a la boca, que llevaba semana y media estudiando para el examen.

Nunca entenderé esa manía de buscar la seguridad de uno mismo apoyándose sobre los demás.

sábado, 14 de febrero de 2015

Hay un convento olvidado, con altares tan altos como el verde que los abraza.
Hay dos dedos de bruja.
Hay tres ojos vigías que nunca se cansan. Tres apóstoles tuertos aposta.
Hay cuatro musarañas que rondan los rincones enterrados.
Hay cinco velas, pero ninguna encendida y todas gastadas.
Hay seis pisadas. Viejas como la última luna llena.
Hay siete veces siete negaciones de cristiandad.
Hay ocho salmos profanos que aún resuenan en los montes del olvido.
Hay nueve maneras de levantar los ecos turbados del pasado, y ninguna agradable.


jueves, 5 de febrero de 2015

Espía en misión.

Hoy he vuelto a soñar con él. Creo que era el mismo sueño, pero no estoy seguro.

Me mintió, pero le creí. Estaba tan asombrado que le creí. Me dijo que era un agente encubierto, que por eso no le podía ver, que era uno de esos espías del gobierno y que no podía estar conmigo, pero que volvería. Estábamos en San Felipe Neri, en las escaleras del patio, entre el gentío. Se le veía bien, con algo de peso y el pelo negro. Iba con un abrigo amarillo y parecía contento de verme. Fue bueno volver a verle y saber de él. Aunque a veces tenga la sensación de que sea un completo desconocido.

Pero le quiero.

sábado, 31 de enero de 2015

Hellboy in Hell #4

Deja que te cuente algo que una anciana sabia
me dijo una vez... Las personas son como casas.
Cuantas más experiencias y recuerdos acumules,
más habitaciones tendrá tu casa.
A veces, es bueno regresar a esas habitaciones.
Otras, en cambio, es mejor cerrarlas. Clavar maderos
en la puerta y tapiarlas.

jueves, 29 de enero de 2015

Cierro la puerta y me dirijo a la cocina. Bea está pasando el tiempo allí, en bata.
- Hola Bea. Mira. Mira lo que me han traído del trabajo.
- Hola. ¡Uy! ¿Y eso?
Suelto el pequeño envoltorio de plástico sobre la mesa para que Bea lo coja.
- Me lo ha traído un paciente de aquí. Sufian. 5 euros. ¿Tienes filtros?
- Qué va, no me quedan. Tengo que ir a comprar más, aprovechando que estos dos no están.
Aún me sorprendo cuando pienso que ella es mucho mayor que todos nosotros y aún así, sigue escondiéndose cuando fuma.
- Pero qué más dará que te vean fumando. Si son unos criajos.
- Ya, pero luego hablan en clase y son de este tipo de gente de prejuicios. Yo por ahora les caigo bien.
No continuo con el tema de su edad y decido dejarlo en un segundo plano. Me siento en la silla de la cocina y apoyándome en la mesa dejo que el peso del cuerpo haga de plomada.
- ¿Y de mí? ¿Han dicho algo?
- No, pero si a éstos no les hace gracia la gente que bebe, imagínate la que fuma. Si son niños de papá y mamá.
- Tú podrías ser su tía- No pude evitarlo-. Podrías decirles tres cosas y a tomar por culo.
Bea vacila un segundo, y tras ordenar sus ideas, saca dos cigarros y me da uno y lo miro con detenimiento.
- Aunque parezca una tía, no sé liarlos -confiesa con guasa-. La que sabe es Estefanía.
- No me extraña. ¿tienes un cartón?
Abro el plástico y le doy parte del botín a Bea y, tras montar torpemente los bastoncillos, me ofrece fuego.
- ¿Por qué no les dices lo que tienes que decirles?
- No lo sé -exhala-. Igualmente no debería estar fumando.
Me acerco el cigarrillo a los labios y le propino una buena calada. El humo cenizo llena parcialmente mis pulmones y tras unos segundos, toso. Casi nunca fumo y no tengo hábitos de fumador. Repito la opercaión y tras varios segundos me empiezo a marear.
- ¿Es esto normal, Bea?
- Claro, pero te estás mareando porque no sabes fumar, no porque esté cargado. Pobrecito el niño.
Me río. Qué diablos. Tras un breve rato, Bea me dice que ya es la hora a la que suelen volver los otros compañeros de piso. Le doy las gracias, mezclas de un sentimiento de compenetración y secreto, como si hubiera alguien más en la casa, y me encierro en mi cuarto. La cama no está hecha. Nunca lo estuvo. Me acerco a la ventana y la abro de par en par. Es Mayo, pero hace tanto relente como en cualquier época del año, a pesar del buen tiempo. Desde la ventana se puede ver el descampado de debajo de casa. Hay dos gatos limpiándose en los arbustos y un señor que baja por la cuesta parece absorto en sí. Pego otra calada. El ordenador puede esperar. Exhalo sin fuerzas el humo y escucho como llegan mis compañeros de piso. Que les den. Que el castillo del monte Acho se ve bonito entre los edificios de enfrente.

miércoles, 28 de enero de 2015

De ideas y dibujos.

Siempre he tenido debilidad por la gente que dibuja. No es ninguna novedad, la verdad. Tengo una carpeta llena de regalos que me han hecho gente realmente importante, y muchos de esos regalos, son dibujos. De Mario no tengo pero porque suele usar el SAI para dibujar, pero si no, tendría al menos veinte dibujos suyos porque me gusta muchísimo cómo dibuja.

De joven pensaba e imaginaba que cuando me fuera al extranjero a vivir, intentaría vivir cerca de una escuela de arte donde conocería a una chica que dibujase muy bien y viviríamos juntos, y siempre me estuviera haciendo dibujos de las chorradas que le pidiera. Luego, me daría cuenta que tendría que mantenerla, PORQUE DEL DIBUJO NO SE VIVE, para desgracia de todos. O más bien, cuesta.

Después te das cuenta que eso que pensaba hace unos años es una tremenda memez. Pero consuela pensar que hay gente con ideas más absurdas de la vida, como la de aquella Gema de San Felipe que pensaba irse a Japón a casarse con un japonés guapo que la quisiera mucho. Lo que ella no sabe es que los nipones tildan de sosos, racistas y de materialistas. Y de poco amorosos.

Pero claro, no le podías decir eso a Gema porque te llamaba "iluso". ¡Vaya paradoja! Lo triste es que salió con un tipo que realmente nunca la quiso y yo llegué, en algún punto, a quedarme pillado por ella. Vaya iluso.