Últimamente me despierto sin saber dónde estoy.
Me está pasando demasiado. Más que de costumbre.
Intento ubicarme nada más despertarme, y una vorágine de luces y recuerdos espaciales me confunden para después salir a la superficie de la realidad a coger una bocanada de aire fresco. Y amargo. Sigo aquí. Sigo en Edimburgo. Vuelvo a la realidad que se torna lisa. Plana. Llana. Gris.
Como el cielo encapotado e infinito.
Luego el despertador sigue sonando. Pero no tengo fuerzas para levantarme. Ni voluntad. "Ya se callará".
Porque al final todo calla.
Odio despertarme perdido.
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