jueves, 14 de enero de 2016

Me duele la garganta.

El molino teme al viento. A quebrarse.
La sanguijuela en la nuca que no cesa aún estando gorda.
Hay gente en la barca que sólo miran cómo me hundo.
Les hablo en un idioma que me cuesta porque trago agua.
Me responden, pesados, en otro que no entiendo.
Hay algas que se enredan poco a poco en mis tobillos y siento que quedo a merced de las medusas, inerte(s).
El agua se evapora en la garganta, pero sigue el nudo.
Las sábanas pesan.
Y no tengo calor.
Hay una puerta.
Y alguien o algo le ha quitado el pestillo.
Hay puertas que no quiero que estén abiertas.
Quiero quedarme a merced con las medusas.
Quiero diluirme.
No quiero que lo que está detrás de la puerta me hable porque me aterroriza.
No quiero salir de la cama.
No quiero ser.

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