miércoles, 15 de septiembre de 2010

La Señora de las Tardes

(momento de "tensión" :3) 

Una para gobernarlos a todos. Una  para esclavizarlos,
una para atraerlos a todos y atarlos en las tinieblas
en aquél lugar donde se cernía el Sol.


Los cuatro recipientes de blanco líquido reflejaban el Sol del ocaso que se tornaba más oscuro a cada instante que pasaba.


Ni el más leve zumbido de instecto entrubiaba aún más las molleras de los cuatro hobbits que hipnóticos la sesgaban con la mirada.


Un tesoro para uno de los cuatro. Suyo, sólo suyo.

Un fugaz destello bajo la luz del crepúsculo surcó la mesa y la agarró. Las tres manos restantes encontraron tardes, un vacio donde antes estaba la última de la caja. El raudo hobbit la hundió violentamente en la leche se su cerámica, que salpicó a los demás hobbits que le aguantaban el brazo con el objeto mojado en leche. Ésa no iba a ser suya, y ninguno de los tres hobbits no se lo iba a permirtir, aunque le costase la vida. Vieron el fin prematuro de su codiciado con toda claridad.

El hobbit poseedor giró su mano y se llevó las garras a las agónicas fauces bajo unos ojos desorbitados, ante la negación exclamada de sus amigos.


La Galleta del Destino se hallaba ahora descendiendo por el esófago del sonriente hobbit, que se llevó la mano a la tripa en señal de victoria.

¡Victoria, suya era la victoria!



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